– Mi alma está dividida entre estas papas fritas, dijo. El plato de papas resplandecía al frente.

– No lo decís en serio.

– Sí, cada papa frita representa una parte de mi alma.

– Te escucho.

– Naturalmente, una habla de mi color, otra de mi cabeza, otra de mi corazón, de mis logros y estudios, de mi casa, de mi país, mis amigos, mi familia, mis errores, mis defectos, mis pensamientos, mis emociones, de lo que escapo, a lo que voy, quién quiero ser y cómo debo serlo, es así.

Lo miró insinuante y comió una de sus papas fritas. Él le respondió la mirada. Llamó a la moza y le pidió otro plato de papas.

– Si me vas a comer entonces yo también te comeré a vos. Dijo mirándola directo a los ojos. Ella estaba por comer otra papa frita.

– Esta es tu piel, dijo, y se comió la papa.

– Estos son tus ojos, dijo él, y se comió la papa.

Callados por unos minutos, comían.

– Tu sed.

– Tu sueño.

– Tu calor.

– Tu templeza.

Las miradas se mantenían fijas, penetrantes, excitantes.

Se sujetaron por debajo de la mesa.

Deliciosas almas.


Original transcript, 2017