Desde las nubes veo todo el mar: tengo un horizonte más amplio. Veo las olas cuando rompen en la orilla y cuando no. El mrr constante del viento y el oleaje entrelazados.
Arriba no te mojás porque la lluvia arranca más abajo. Acá ya estás en el agua así que no sentís nada. Ves el asfalto mojado y la gente con capucha nada más.
Siempre hay distancias largas de escollera por recorrer, viste. Las rocas se pierden en la niebla del fondo. Están las lucecitas de los barcos amarrados pero no significan nada.
La arena mojada, ya la puedo sentir en los pies. Qué cosa deseable y detestable a la vez. Cierro los ojos y siento las gotitas en la cara. Todo es un canal, un medio.
Cuando arrancás a escribir siempre es improvisado. Hasta que lo pasás en limpio y ahí lo pensás de verdad.
A veces cuando estoy bailando me pregunto dónde está Dios. ¿Las gotitas harán lo mismo? ¿Las cortinas con el viento?
Muchas veces pienso que las tablas de surf son al pedo- Sí, te sostiene pero vos después la tenés que cargar por toda la playa. Como tu cuerpo.
Cuántas personitas corriendo serán necesarias para que salga el sol.
Por allá ves que vuela un pájaro blanco, solo. Hace cuatro días que llegué y todavía no toqué el mar.
Ni todos los puntitos de la red del balcón impiden que vea el cielo.
A Playa Grande.
2020