¿Cuál es el sentido del sentido de las cosas? ¿Para qué lo buscamos? ¿Qué buscamos en él? ¿Una seguridad, una certidumbre, una certeza inmutable, definitiva, predestinada? Un amor de verano, incondicional, extendido. Extensor. Que abarque todo, que sostenga todo. Una especie de Dios en la Tierra, todopoderoso, todosentidor. Todo sentido.

¿Cuál es la apariencia de las cosas? ¿Palabras, sentimientos, emociones, pensamientos? Espejos honrados del alma de cada uno que se exteriorizan en imanes del saber. Que se mueven, que flashean. Que distorsionan aquella realidad que pensamos conocer, cuyo origen nos precede y nos antecede; nos excede.

¿De dónde la pretensión de entender nuestra vida entonces? ¿De dónde la pretensión de ser creadores y dominadores de nuestras capacidades? De dónde aquello que sentimos, que nos posee y que sin embargo no podemos explicar. Como la nostalgia de estar vivos. De las olas pasadas que nos componen. De esos presentes llenos de placer ilimitado. De nuestras limitaciones, de nuestras explicaciones. ¿Dónde están? ¿A dónde te vas cuando no te veo?

(La realidad resulta inabarcable)


A la escritora

2020