Que me diga que me desa, que no puede más; que está hasta las pelotas.

Que me quiere escuchar hablar solo para mirarme la boca e imaginarse todas las formas posibles de destrozarla. Que cada vez que me ve a los ojos se pregunta por el sentido de la vida. Se le hace agua la boca. Y el pito.

Que la tiene tan durazna que se tiene que ir corriendo al baño. Que ya no se puede ni mover del dolor por no ponerla. Que me diga que quiere zambullirse en mi alma, nadar en helado de crema; en cataratas de agua tibia y caliente.

Que me diga que me desea, que se prende fuego cada vez que me ve. Que me manda Whatsapps para calmarse.

Que me diga que se prende fuego. Que arda. Hasta que la muerte nos separe.

Hasta que el frío invada nuestras venas.


A los amores de verano

2020