Podés sentirlos en la oscuridad de la noche. Ella les da paso a escena.
Si mirás al techo en la oscuridad de tu cuarto, acostado, podés escuchar los gritos que van a través de las paredes. De personas que viven vidas en paralelo y perpendicular a la tuya, separadas solo por el aire y la altura. Y por las paredes, claro está.
Ellas son fieles testigos de los lamentos de las criaturas de la luz. Que al llegar la oscuridad muestran su verdadera cara.
Las paredes son silenciosas, aunque no lo creas. Ellas dan paso a la expresión de los demás. Nunca se ponen primero. Son como los taquígrafos que, en silencio, anotan todo lo que ven, sin emitir juicio.
Ellas nos hablan todos los días. Aprendamos a escuchar.