El maldito

escucha mi sangrar

lo huele

encima de que me levanto

dolorosa

parturienta

en duelo por la pérdida

de una parte de mi carne

de mi interior

el maldito se acerca

sigiloso con su rugido fugaz

en mi cara

mi oreja

mis oídos

me recuerda que no estoy sola

que no hay escapatoria

ni del dolor

ni de la succión

de su vampirezca succión

que huele la sangre

mi sangre

la que con la potencia de la vida

dejo ir una vez más

para renovar el ciclo que me constituye.

Me tapo

solo dejo afuera la nariz

y un ojo

que mira

hacia afuera

ve las plantas

silenciosas

haciendo guardia

rodenado

el castillo.