Ciertas circunstancias recientes me han llevado a indagar en las raíces del deseo. Qué hace, cómo se pone en juego.

Podríamos empezar por decir que por más que el deseo es uno, hay distintos tipos de deseo. El deseo es el mismo pero orientado hacia distintas cosas, enfocado en la obtención de objetos de diversa índole. El que me compete al momento de escribir es de caracter romántico o sexoafectivo.

Dadas ciertas experiencias y vivencias transcurridas en estos últimos tiempos, y como consecuencia de las consecuencias de las mismas, terminé por preguntarme si mi deseo en este ámbito era sano. Y la respuesta fue que no.

El deseo sano viene desde un lugar de abundancia. Es decir, lo contrario a tener un origen de carencia, desesperanzado, desesperado. No busca en la raíz llenar un vacío o ser la solución a una falta o herida sino que parte desde la riqueza, desde el dar(se). Es obvio que si deseamos algo es porque no lo tenemos, hay algo que queremos alcanzar, y ahí está la clave: si lo vivimos como algo que nos falta o como algo que queremos porque somos seres sintientes. Y vivos.

Sanar el deseo viene también por dejar de querer que el deseo alcance para llenar el vacío de la realidad. Por darte cuenta que aunque quieras, las cosas son lo que son. Hay realidades que no dependen de nosotros.

Al final del día, ¿cuál es el deseo? El deseo es sanar la falta de amor, pasada como presente. Por eso nos encaprichamos y entusiasmamos. Como mecanismo de defensa negamos lo que en verdad se da, vemos la parte que queremos, que nos sirve.

Llegué a la conclusión también de que la clave está en ir con un espíritu de aventura hacia el otro, en busca del encuentro, del disfrute, de la conexión. Y ver qué pasa. Es imposible que te saquen la ilusión de la posibilidad que siempre es real y cierta. Y podés estar entonces agradecido de saber que lo que sea que se dé va a ser realidad y no deseo.

También sé realista con lo que podés esperar de un pibe de 23 años (a nivel madurativo y emocional) y de lo que busca en una relación con una mina, que sos vos. O sea. Sé realista.

No idealices lo que de verdad se da y de esa forma vas a poder disfrutarlo por lo que en verdad es. Por todo lo que sí se da.

El deseo sirve como guía, como impulso, como signo, como clave, pero no como realidad fáctica. El deseo es una realidad en sí pero no es La Realidad. Alcanza para saber por dónde buscar, por dónde va el camino.

Que el deseo sea lo que te guíe pero que tus pasos estén dados desde la consciencia de la realidad. Mismo, de la realidad de ese deseo que muchas veces no viene de la abundancia y requiere ser transformado para cumplir con su verdadero propósito: el del astibo, el presagio de la completud.

La verdad de la milanga está en conocer tu deseo y conocerte.


2021